Una pequeña línea de código puede tener grandes consecuencias. Así quedó demostrado recientemente cuando Volvo se vio obligada a lanzar un llamado a revisión que afecta a más de 14,000 de sus vehículos en Estados Unidos. La causa no fue una pieza mecánica defectuosa ni un fallo estructural.
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Esta vez, el origen estuvo en una actualización de software que, lejos de mejorar, provocó un riesgo potencial en el sistema de frenado.
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Todo comenzó con la distribución de la versión 3.5.14 del software, enviada por la marca sueca a finales de abril de 2025.
La instalación se llevó a cabo de manera remota, como parte del sistema de actualizaciones OTA (Over The Air) que Volvo, al igual que muchas marcas, utiliza para mantener al día sus vehículos sin necesidad de acudir al taller. Sin embargo, no todo salió como se esperaba.
La Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras de Estados Unidos (NHTSA, por sus siglas en inglés) confirmó públicamente que la falla afecta exactamente a 14.014 vehículos Volvo, fabricados y vendidos entre los años 2020 y 2025. Todos ellos recibieron e instalaron la mencionada versión del sistema operativo del vehículo.
Entre los modelos implicados se encuentran los S60, V60, S90, XC60, XC90, XC40, EX40, EC40 y C40. Es decir, una amplia gama tanto de vehículos eléctricos puros como híbridos enchufables.
¿En qué consiste exactamente el fallo?
Según el análisis técnico recogido por medios especializados como InsideEVs, el problema no ocurre bajo condiciones de uso normales. El fallo solo podría presentarse si el conductor desciende una pendiente durante al menos un minuto y 40 segundos sin pisar ni el freno ni el acelerador.
En ese contexto muy específico, y si se utiliza el modo B (en los híbridos) o el modo One Pedal Drive (en los eléctricos), el sistema podría dejar de responder correctamente al presionar el freno.
En palabras textuales del portal especializado, los frenos “podrían fallar sólo ‘tras circular cuesta abajo durante al menos un minuto y 40 segundos -en el modo B para los vehículos híbridos enchufables y en modo One Pedal Drive en vehículos eléctricos-, sin usar el freno ni el acelerador’”.

Ante esta situación, Volvo ha solicitado a los propietarios que mientras se aplica la solución definitiva eviten utilizar dichos modos de conducción. En concreto, para los híbridos enchufables se recomienda no usar el modo B, mientras que en los modelos 100 % eléctricos no se debe utilizar la función One Pedal hasta nuevo aviso.
Este tipo de modos están diseñados para aumentar la eficiencia del frenado regenerativo, lo que permite recuperar energía mientras se desacelera. Sin embargo, su funcionamiento depende de una sincronía precisa entre software, sensores y el sistema de frenado mecánico tradicional.
El fallo parece estar directamente vinculado a los ajustes que el software 3.5.14 realizó sobre el módulo electrónico de control de frenos.
En la nota técnica distribuida con dicha versión, Volvo ya advertía que “el freno debería sentirse menos rígido tras arrancar el vehículo”. Este cambio, aparentemente menor, habría influido en la respuesta del sistema en escenarios muy puntuales.
Además de este ajuste, el software también introdujo otras actualizaciones menores, como mejoras en el asistente de mantenimiento de carril, la lectura de señales de tráfico y la monitorización de la presión de neumáticos. Pero ninguna de esas modificaciones generó incidentes como el que ahora ha puesto en aprietos a la marca.

La solución que planteó Volvo
Volvo no tardó en desarrollar una solución. La versión correctiva del software, identificada como 3.6.4, fue lanzada el pasado 16 de junio. Esta actualización también se distribuye de forma remota y ya ha comenzado a implementarse en los vehículos afectados.
Gracias a la conectividad permanente de estos automóviles, los usuarios no necesitan llevarlos a un concesionario ni agendar una cita presencial. La corrección se descarga e instala automáticamente si el vehículo está conectado a una red Wi-Fi y estacionado el tiempo suficiente.
Desde Volvo han señalado que no se ha registrado hasta el momento ningún accidente relacionado con esta anomalía, aunque el llamado a revisión se hace por precaución.
La marca subraya que la posibilidad de que ocurra la situación descrita es extremadamente baja, pero considera que la seguridad del conductor es prioritaria.

Cabe destacar que la actualización del software no tiene costo para el propietario. Se trata de un procedimiento cubierto por la política de mantenimiento de la marca, que se extiende por varios años en los modelos afectados.
Respecto a los valores comerciales de los vehículos implicados, estos van desde aproximadamente $48,000 dólares para un Volvo XC40 Recharge hasta más de $70,000 dólares en el caso del XC90 híbrido enchufable en sus versiones tope de gama.
En consecuencia, los clientes que adquirieron estos modelos esperaban no solo innovación tecnológica, sino también confiabilidad total.
Y aunque este evento no se traduce en una catástrofe, sí refleja uno de los desafíos más complejos que enfrentan las marcas automotrices en la era del coche conectado: el equilibrio entre avances digitales y seguridad estructural.
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