Las autonomías cerraron 2023 con un menor déficit del publicado por Hacienda, según Fedea

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Los últimos datos de déficit fiscal de las comunidades autónomas siguen por encima de los niveles deseables, pero están notablemente sobredimensionados. Según el informe Las finanzas autonómicas en 2023 y entre 2003 y 2023, publicado este lunes por la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), los acontecimientos atípicos de los últimos años han adulterado la realidad financiera pospandemia. Así, aunque las cifras dadas a conocer por la Intervención General de la Administración del Estado (IGAE) reporten una leve reducción del déficit de las comunidades autónomas comparado con 2022, hasta el 0,91% del PIB nacional, los números no reflejan correctamente la situación fiscal, que sería menor a la observada en casi tres décimas.

El director de Fedea, Ángel de la Fuente, explica que los datos brutos oficiales del déficit de los últimos años son “bastante engañosos”. La IGAE, por un lado, habla de una corrección de apenas dos décimas, desde el 1,12% del PIB de 2022 al 0,91% de 2023, por encima del objetivo del 0,3%. Sin embargo, prosigue De la Fuente, “este desequilibrio persistente está inflado por el efecto distorsionador de las transferencias extraordinarias del Estado durante la pandemia”. La eliminación de estas transferencias, junto con la peculiar mecánica del sistema de financiación autonómica, que calcula las entregas a cuenta con anterioridad y realiza las liquidaciones dos años después, contribuyen a la percepción inflada del déficit.

En 2022 y 2023, detalla el informe, el déficit autonómico repunta con fuerza, pero en buena parte por el impacto de factores atípicos, entre los que destacan la mecánica de las liquidaciones y el sesgo a la baja en el cálculo de las entregas a cuenta causado por la sorpresa inflacionaria generada por la guerra en Ucrania y la fuerte escalada de los precios. Es decir, corrigiendo estos imprevistos, el déficit presupuestario autonómico se habría mantenido aproximadamente constante en 2022 y 2023 en torno al 0,65% del PIB, “claramente por encima del objetivo pese a la rápida recuperación del PIB en estos ejercicios, pero significativamente por debajo del déficit observado”.

Es decir, a pesar de la recuperación económica, el déficit depurado —ajustado por flujos financieros atípicos y posibles errores de previsión— se sitúa alrededor de los dos tercios de punto de PIB en 2022 y 2023, un nivel significativamente por debajo de los valores observados pero aún muy elevado respecto a los objetivos de déficit establecidos para las comunidades autónomas. El mayor riesgo, apunta el think tank, se encuentra en su carácter “persistente”.

Fedea subraya que la persistencia de un déficit elevado y la dificultad de los ingresos y gastos subyacentes para volver a sus niveles prepandémicos sugieren que las métricas actuales podrían no capturar completamente los desafíos económicos a largo plazo, indicando una posible permanencia en el incremento del gasto y la presión fiscal que no están directamente relacionados con la crisis sanitaria global. “Tan preocupante como la persistencia del déficit depurado es el comportamiento en los últimos dos años de los gastos e ingresos subyacentes, que no parecen querer volver a sus niveles prepandemia a pesar de la rápida recuperación del PIB en ese período”, señala el texto.

El gasto subyacente, excluidos los gastos extraordinarios atribuibles directamente a la pandemia, aumentó en 1,55 puntos de PIB entre 2019 y 2020, fundamentalmente por la caída de la economía. Sin embargo, solo se ha reducido en medio punto desde entonces pese a la recuperación. Por su parte, los ingresos subyacentes han aumentado gradualmente durante todo el período, con una ganancia neta de algo más de un punto de PIB entre 2019 y 2023. “Aunque no se puede excluir una corrección gradual, por el momento los datos apuntan a un efecto escalón sobre el gasto por factores no relacionados con la pandemia que podría ser persistente y a una continuada deriva al alza de la presión fiscal”, alerta Fedea.

Por regiones, el total de las comunidades presentó en 2023 un déficit presupuestario del 0,91% del PIB agregado. Es decir, en su conjunto, las autonomías “han vuelto a incumplir con claridad” el objetivo presupuestario. Sin embargo, cinco de ellas (Navarra, Baleares, Canarias, Asturias y Cantabria) cerraron el año con saldos positivos y dos más (Galicia y el País Vasco) cumplieron el objetivo. El resto cerraron con un desequilibrio superior al 0,3%, destacando Valencia y Murcia con déficits cercanos al 2,5% del PIB.

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