El motor ya no importa: Ford habla del cambio de era

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Durante décadas, la industria automotriz giró en torno al motor. Era el corazón palpitante del automóvil, el centro de atención de comerciales, ferias y debates entre fanáticos. Pero según Ford, ese capítulo de la historia está quedando atrás.

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La forma de entender lo que hace valioso a un auto ha cambiado de manera radical, y ya no gira en torno a cuántos cilindros tenga o qué tipo de combustible use.

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En un momento clave para la industria, Ford ha lanzado un mensaje contundente: los consumidores han perdido el interés por lo que hay bajo el capó.

Así lo dejó claro John Lawler, vicepresidente de la compañía, durante su participación en una conferencia del banco Bernstein. Allí, expuso un panorama en el que la mecánica tradicional ya no es el principal atractivo para el comprador promedio.

“No creo que los consumidores piensen en los motores como lo hacían hace 30 años. Antes, el motor de combustión definía lo que era un coche: la potencia, la cilindrada, el par, y todo lo relacionado con este. Creo que mucho de eso ya se ha perdido”, afirmó Lawler con claridad.

¿Son palabras ciertas por parte de Ford?

Este giro de perspectiva tiene múltiples causas. Por un lado, el auge de los vehículos eléctricos ha cambiado la conversación. Ya no se habla tanto de caballos de fuerza o de sonidos graves y vibrantes, sino de autonomía, tiempos de carga, pantallas digitales y asistentes inteligentes.

Por otro, las estrictas regulaciones medioambientales han obligado a los fabricantes a reducir el tamaño y la potencia de sus motores térmicos, eliminando en muchos casos el atractivo emocional que solían tener.

En los años 90, elegir un automóvil podía implicar discusiones sobre qué marca ofrecía el mejor V6 o cuál era el turbo más agresivo.

Hoy, esa conversación ha sido reemplazada por comparativas de sistemas de infoentretenimiento, pruebas de seguridad o compatibilidad con asistentes de voz. “Los consumidores ya no buscan la emoción de un motor rugiendo. Buscan conectividad, eficiencia y seguridad”, afirman desde la propia marca.

Ford, adaptada al presente y al futuro

Los verdaderos fanáticos, aquellos que vibran con el sonido de un escape deportivo o la respuesta de un acelerador mecánico, han quedado en minoría. Y esa minoría, según Ford, es cada vez más reducida. Si bien existen nichos fieles al rugido de un V8, la mayoría del mercado actual se ha desplazado hacia criterios mucho más racionales.

Otro ángulo del Ford Mustang Mach-E GTOtro ángulo del Ford Mustang Mach-E GT. Crédito: Ford.Crédito: Cortesía

Ford, como muchas otras marcas, ha tenido que adaptarse a esta nueva realidad. De hecho, gran parte de su estrategia de electrificación se basa en ofrecer productos más conectados, silenciosos y eficientes.

Pero a pesar de eso, todavía conserva emblemas del pasado, como el Mustang con motor V8 de 5.0 litros, disponible en mercados como el estadounidense, donde su precio base ronda los $44,000 dólares. Aun así, su futuro es incierto fuera de esa región.

Europa, por ejemplo, se encamina hacia un panorama sin motores de combustión. A partir de 2035, las normas indican que solo se podrán vender vehículos nuevos sin emisiones.

En ese contexto, mantener en catálogo un bloque V8 parece cada vez menos viable, especialmente si se tiene en cuenta la presión fiscal que enfrentan los autos más contaminantes.

En países como Alemania o Francia, los impuestos para motores grandes ya superan los $2,000 dólares anuales, haciendo que opciones como el Mustang resulten prohibitivas.

Lawler no ignora esta realidad. Aunque Ford sigue produciendo vehículos con motores térmicos, la tendencia global es clara. La empresa ha invertido miles de millones en electrificación, incluyendo plantas específicas para baterías y plataformas modulares.

En Estados Unidos, el Mustang Mach-E, un SUV eléctrico que arranca en $39,895 dólares, ha sido una de las apuestas más visibles de esta nueva etapa.

Los SUV, justamente, son un reflejo del cambio de prioridades. Este tipo de vehículo domina las ventas mundiales, no por sus motores, sino por su espacio, comodidad, conectividad y capacidad para integrar los últimos sistemas de seguridad.

Este giro también ha afectado el desarrollo de nuevos modelos. En lugar de invertir en motores más potentes o refinados, los fabricantes priorizan la eficiencia energética, el diseño interior, la experiencia digital y la conducción semiautónoma.

2025 Ford Maverick Lobo2025 Ford Maverick Lobo. Crédito: Ford.Crédito: Cortesía

Según estudios de mercado, más del 70 % de los compradores en Norteamérica consideran que el sistema de asistencia a la conducción es más importante que el tipo de motorización.

Aún así, no todo está dicho en este cambio de paradigma. En ciertos sectores se mantiene la esperanza de que tecnologías alternativas, como los biocombustibles o el hidrógeno, puedan ofrecer una segunda vida a los motores de combustión. “Por ver queda si los biocombustibles o el hidrógeno pueden tener un papel más importante en el futuro y acaben salvando en cierto modo los bloques de combustión, pues se podrían mantener muy parecidos a los actuales”, comentó Lawler.

No obstante, esas tecnologías aún enfrentan enormes desafíos. El hidrógeno, por ejemplo, sigue siendo costoso de producir y distribuir. Y aunque marcas como Toyota o Hyundai han apostado por él, su implantación masiva parece lejana.

En cuanto a los biocombustibles, su impacto ambiental no siempre es tan positivo como se espera, y su viabilidad comercial sigue en evaluación.

Más eléctricos en el mercado como estrategia

Mientras tanto, el mercado sigue moviéndose con velocidad hacia lo eléctrico. Ford tiene previsto lanzar más de una docena de modelos eléctricos antes de 2030, incluyendo camionetas y SUVs. Incluso su icónica F-150 Lightning, una versión eléctrica de la pick-up más vendida en EE.UU., ha sido bien recibida, con un precio de entrada de $54,995 dólares.

La F-150 Lightning 2024La F-150 Lightning 2024. Crédito: Ford.Crédito: Cortesía

En paralelo, la marca ha tomado decisiones que demuestran este cambio. La producción de modelos como el Focus o el Fiesta fue eliminada en varios mercados, reemplazándolos por opciones más eficientes o electrificadas. Esto responde tanto a las exigencias regulatorias como al cambio de preferencias del consumidor.

Para muchos aficionados, esto representa el fin de una era. Pero para Ford y otros gigantes del sector, es una evolución inevitable. Los vehículos de hoy no solo se mueven diferente: también se piensan, se usan y se eligen con otra lógica. La emoción del motor sigue existiendo, pero en un mercado donde la razón pesa más, su sonido empieza a apagarse.

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