El cínico intento de Trump de enfrentar a los inmigrantes recientes con los estadounidenses negros

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Evidentemente, las grandes noticias políticas de los últimos días han venido del lado demócrata. Pero antes de que perdamos de vista la convención nacional republicana de la semana pasada, permítanme centrarme en un acontecimiento en el bando republicano que, teniendo en cuenta todo lo demás que ha estado sucediendo, es posible que haya pasado inadvertido: la retórica MAGA [siglas en inglés de Haz que Estados Unidos vuelva a ser grande] sobre la inmigración, que ya era fea, se ha vuelto aún más fea.

Hasta ahora, la mayoría de los eslóganes antiinmigración procedentes de Donald Trump y su campaña han consistido en falsas afirmaciones de que estamos experimentando una oleada de crímenes perpetrados por inmigrantes.

Sin embargo, cada vez más, Trump y sus socios han empezado a sostener que los inmigrantes están robando puestos de trabajo estadounidenses, y en concreto, acusan a los inmigrantes de infligir un daño terrible a los medios de vida de los trabajadores negros.

Por supuesto, la idea de que los inmigrantes están quitando puestos de trabajo a los estadounidenses nativos, incluidos los estadounidenses negros nativos, no es nueva. En concreto, ha sido una obsesión para J.D. Vance, acompañada de análisis estadísticos engañosos, por lo que la elección por parte de Trump de Vance como vicepresidente en sí misma señala un nuevo enfoque en el supuesto daño económico infligido por los inmigrantes.

También lo hacía el discurso de aceptación de Trump del pasado jueves, que contenía una serie de afirmaciones sobre la economía de la inmigración, entre ellas la noción de que, de los puestos de trabajo creados durante la presidencia de Joe Biden, “el 107% de esos puestos de trabajo están ocupados por extranjeros ilegales”, una cifra curiosamente concreta teniendo en cuenta que es claramente falsa, porque el empleo de los nativos ha aumentado en millones de puestos de trabajo desde que Biden asumió el cargo.

Sin embargo, lo que parece relativamente nuevo es el intento de enfrentar a los inmigrantes y a los negros estadounidenses. Es cierto que Trump ya insinuó esta línea de ataque durante su debate con Biden en junio, cuando declaró que los inmigrantes están “usurpando empleos negros”, lo que llevó a algunos a preguntarse burlonamente qué empleos, exactamente, cuentan como “negros”.

Pero esta afirmación está subiendo mucho de tono. En la convención republicana, el exasesor de Trump Peter Navarro, alguien que muy probablemente desempeñará alguna función en el próximo Gobierno si Trump gana, habló de “todo un ejército de extranjeros ilegales analfabetos robando los puestos de trabajo de los estadounidenses negros, morenos y de clase trabajadora”.

En una entrevista con Bloomberg Businessweek publicada la semana pasada, Trump iba aún más lejos, declarando que “los negros van a ser aniquilados por los millones de personas que están entrando en el país”. Y añadía: “Sus salarios han bajado mucho. Sus puestos de trabajo están siendo ocupados por los inmigrantes que entran ilegalmente en el país”. Y remachaba: “La población negra de este país va a morir por lo que ha pasado, por lo que va a pasar, con sus empleos; sus empleos, sus casas, todo”. La diatriba de Trump obligó a Bloomberg a añadir esto, entre paréntesis, como verificación de los datos: “Según la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos, la mayoría de las mejoras en el empleo desde 2018 han sido para ciudadanos estadounidenses naturalizados y residentes legales, no migrantes”.

Hubo un tiempo en que una invectiva como esta habría sido señal de que un político carecía de la estabilidad emocional y la capacidad intelectual para ocupar el cargo más alto del país. Qué lástima.

Además, es difícil exagerar el cinismo de todo esto. Trump tiene un historial de asociación con supremacistas blancos, por no hablar de su vieja obsesión con la delincuencia en los distritos urbanos, a menudo predominantemente negros. Aun así, está claro que percibe una oportunidad de seducir a algunos votantes negros enfrentándolos a los inmigrantes.

Pero, una vez más, incluso si pasamos por alto el cinismo, esta nueva línea de ataque contra la inmigración es simplemente errónea en cuanto a los hechos.

Si los inmigrantes se están llevando todos los “empleos negros”, no se puede ver en los datos, que muestran que el paro entre la población negra está en mínimos históricos. Si, como afirma Trump, los salarios de los negros han bajado muchísimo, alguien debería decírselo a la Oficina de Estadísticas Laborales, que afirma que los ingresos medios de los negros, ajustados a la inflación, son considerablemente más altos de lo que eran hacia el final del mandato de Trump. (Deberían desestimar el repunte espurio durante la pandemia, que reflejaba efectos de la composición más que auténticos aumentos salariales).

Cabría preguntarse por qué, dado que efectivamente hemos asistido a un aumento de la inmigración, no estamos viendo señales de un impacto adverso, por no decir catastrófico, en los salarios o el empleo de los negros. Al fin y al cabo, muchos inmigrantes recientes, especialmente los que están en el país sin permiso legal, carecen de títulos universitarios y puede que ni siquiera hayan ido a la escuela secundaria. Entonces, ¿no están compitiendo con los estadounidenses nacidos en el país que también carecen de títulos universitarios o de bachillerato?

La respuesta, que conocemos desde la década de 1990, es que los trabajadores inmigrantes aportan un conjunto de cualificaciones diferentes a las de los nativos, incluso cuando esos trabajadores tienen niveles similares de educación formal. Y sí, me refiero a cualificaciones: si piensan que los trabajadores sin título universitario “no están cualificados”, prueben a arreglar sus cañerías o a hacer trabajos de carpintería. No debería ser necesario decirlo, pero muchos trabajos manuales son altamente cualificados y especializados. En consecuencia, los inmigrantes tienden a ocupar una mezcla de trabajos muy diferente a la de los trabajadores nativos, lo que significa que hay mucha menos competencia directa entre los trabajadores inmigrantes y los nativos de lo que se podría pensar, o de lo que Trump y Vance quieren que pensemos.

La conclusión es que el intento de presentar la inmigración como una amenaza apocalíptica para los negros estadounidenses queda refutado por los hechos. ¿Funcionará políticamente, a pesar de todo? No tengo ni idea.

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