Ciutat Vella, del turismo al desahucio

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Varias personas caminan el sábado 10 de abril por el barrio del Raval en Barcelona.Varias personas caminan el sábado 10 de abril por el barrio del Raval en Barcelona.JUAN BARBOSA

Ciutat Vella encierra dos mundos en uno: por un lado, la Rambla, la playa, el Liceo y ocio a espuertas. Y, por otro, 105.000 habitantes, con una renta media un 15% inferior a la del resto de Barcelona y con el 70% de su población en pisos de alquiler, el doble que el resto de la ciudad. El distrito padece una alarmantemente escasa diferencia entre los salarios de sus vecinos y los precios del alquiler, es decir, es el más tensionado [en la terminología del ministerio de Fomento] de España en la proporción entre ambas cifras. Y esa tensión se nota: la primera semana de marzo tenía en torno a 50 desahucios programados; la segunda, 30.

En una inmobiliaria de la calle Joaquim Costa, una de las arterias que mejor muestra la consolidación de la población de origen inmigrante en el distrito (el 49% del total, casi cien nacionalidades diferentes con la comunidad pakistaní como predominante), destaca el anuncio de un piso en venta. Piden más de 700.000 euros por menos de 100 de metros cuadrados. El precio se explica porque tiene licencia de “apartamento turístico para seis plazas” y podría llegar incluso a las diez. Antes de la pandemia, ese tipo de oferta no dejaba de crecer. Aún hoy, con los turistas desaparecidos, solo en Airbnb hay más de 300 anuncios de alojamientos en el distrito y un estudio de académicos del Instituto de Economía de Barcelona señaló en 2019 que esa oferta creciente estaba detrás de un aumento del 7% de los precios del alquiler, aislados otros factores.

El atractivo del distrito no solo ha captado turismo sino un gran número de ciudadanos europeos que se han instalado en la zona temporalmente y que conviven con otra población de origen extranjero con bajas rentas. Jordi Rabassa, concejal del distrito, explica que esa población flotante, en algunos barrios, como en el Gòtic, puede provocar que cada año se renueve el 30% de los habitantes. “En Ciutat Vella hay una gran concentración de grandes tenedores”, dice Rabassa apuntando otra tendencia. “El porcentaje es mucho más alto que en el resto de la ciudad. El tirón turístico se ha convertido en especulación”. El Ayuntamiento ha adquirido en los últimos años unas 150 viviendas en la zona, algunas para evitar que fondos se hicieran con fincas enteras.

Iñaki Unsain, experto en el negocio inmobiliario, explica otro motivo que influye en los precios de Ciutat Vella: “Su reducido tamaño, que provoca que tengas que repercutir más coste al precio del metro cuadrado”. Según estadísticas municipales, el 53% de las viviendas tienen menos de 60 metros, cuando en el resto de la ciudad ese porcentaje se sitúa en el 30%. El principal causante es el barrio de la Barceloneta, popular por estar a nada de la playa y también por sus viejos bloques de viviendas de apenas 30 metros. No se paga menos de 700 euros por uno de ellos. En el portal Idealista, la (infra)vivienda del distrito más barata tiene 15 metros y cuesta 400 euros.

“El impago de alquileres, las ocupaciones y gente a la que se le acaba el contrato, pero no deja el piso porque no tiene a dónde ir están a la orden del día”, explica Martí Cussó, del Sindicato de Vivienda del Casco Antiguo, quien destaca la precariedad en la que vive el otro mundo de Ciutat Vella, “un barrio de entrada de la ciudad”: sin papeles y empleados del sector servicios que viven al día.

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